Ambición Personal y Competitiva.

En el trabajo, el amor, el deporte, los negocios. Competir impulsa a la persona y los equipos a superarse. Sólo aquellos que compiten, a pesar de las derrotas; que pueden ser muchas y continuas. A la larga resultan ser ganadores.

Esa es la magia de la ambición competitiva: que nos hace mejores. Y también la principal razón por la que vale la pena competir bajo esta óptica.

Se ha desvirtuado el concepto de ambición al grado de hacer de esto una palabra negativa y pecaminosa. Debemos entender que tener ambiciones es uno de los ejercicios más sanos que mejora el autoestima.

Es importante mencionar que existe una delgada línea de equilibrio entre el autoestima y la prepotencia. Y aquí radica la diferencia en el momento de competir.

El prepotente siempre se esforzará en ganar y de ser posible humillar al de al lado, pero siempre condicionará su competencia con alguien más. En el otro extremo la ambición competitiva siempre tiende en acercarse a su propio potencial y su autoconocimiento.

El prepotente compite en el juego que le marcan y en ganar a costa de lo que deba hacer para lograrlo (puede incluso en incurrir en la trampa).

El ambicioso competitivo solo compite en un juego diseñado por él. Tiene sus propios valores y, por lo tanto, sus propias reglas. Él decide cuándo gana y cuándo pierde. El resultado sólo tiene valor para la experiencia, el conocimiento y su propia y muy personal superación. Esto NO quiere decir que no busca el triunfo. Por el contrario, su juego es acercarse a un recurrente éxito que en línea de tiempo futuro siempre brinda satisfacción y crecimiento.

Tu amigo Frank Hdez.

Frank Hdez, Entusiasta de la Vida.